Relato corto 10
Estaba recogiendo la cocina, ataviado tan solo con un ridículo delantal de tela floreada y el collar, tal y como me había ordenado mi ama. Era una cocina abierta al salón, desde donde mi ama me controlaba sentada en su sillón. Como siempre, estaba majestuosa allí sentada. Hoy vestía un corsé de cuero negro que le realzaba su hermoso pecho, unos ajustados pantalones de vinilo negro y unas altas botas negras con su pertinente y fino tacón de aguja. Oí sonar el timbre de la casa, inmediatamente dirigí la mirada hacia mi ama y, sin mediar palabra, me señaló la puerta de la entrada. Me dirigí hacia ella y la abrí dando paso a la invitada de mi ama sin levantar la mirada del suelo. Tan solo pude ver sus torneadas piernas y sus brillantes zapatos blancos con un fino tacón de aguja, como no. Me dirigí de nuevo a la cocina a seguir con mí tarea y las dejé en el salón charlando de sus cosas. De pronto me ordenó que dejara lo que estaba haciendo y me dirigiese al salón. - “Arrodíllate frente